El Parque de la Ciudad (antes conocido como
Parque Interama) padece un total abandono. Las 120 hectáreas que lo componen
actualmente son utilizadas como espacio verde, para aprovechar parte de lo que
este parque puede ofrecer.
El predio se encuentra ubicado entre
las avenidas, Lacarra, Escalada, Roca y Fernández de la Cruz, en el barrio de Villa
Soldati.
Remontémonos años atrás. En 1978,
plena dictadura militar, el Intendente de la Ciudad de Buenos Aires; Brigadier Osvaldo
Cacciatore; llamó a una licitación para la construcción de un parque “Zoofitogeográfico
y de Diversiones de Características Únicas”. Esta licitación la consiguió Parques
Interama S.A.
De manera veloz, la empresa puso
manos a la obra y comenzó a trabajar sobre un terreno que contenía toneladas de
basura. Se llamó a un ingeniero de Estados Unidos, Richard Battaglia (que había
participado en el diseño de “DisneyLand”) para que hiciera los planos del
futuro parque. También, se contrató a una empresa Suiza que importó las atracciones, la iluminación y
muchos accesorios (iluminación -desde Estados Unidos- y carros para vender
algodón, pochochos, etc.). La empresa era “Intamin AG” y hoy es una de las más
importantes del mundo. Asimismo se trajo una Torre Espacial, con una estructura
única que fuera construida, especialmente para este parque.
La Torre Espacial es el punto más alto de la Capital, debido a su
altura y a la elevación del terreno de las zonas de Villa Lugano y Villa
Soldati. Laura Macchi, una empleada de los juegos comentó: “La torre estuvo
mucho tiempo abierta. Desde ahí arriba podías ver la costa del Uruguay. De
noche era algo hermoso: veías todo negro, y a lo lejos tenías el río y toda la
costa uruguaya. Además Lugano era una maqueta preciosa. El autodromo parecía de
juguete desde ahí arriba.”
La leyenda urbana cuenta que antes
de que se transformara en el Parque de la Ciudad, algunos cuerpos de desaparecidos eran depositados en el basural, donde todo se
quemaba. Las historias de trabajadores cuentan que, en las oficinas, ven a
gente que no existe o juegos con personas, que al culminar están vacíos. Laura
afirma sobre el hecho: “Yo trabajaba esperando a la gente que venía de la
montaña rusa y los hacía bajar. Y más de una vez he insultado porque era de
noche y veía que se acercaba gente y llegaba la góndola vacía.” Romina, la
negra, como le dice su compañera comenta: “Un día vi la tapa del juego
levantado, me imaginé que estaba Laura y me metí al baño a cambiarme. Cuando
salí la veo a Laura y me preguntó si yo había levantado la tapa del juego. Las
dos fuimos a ver y la tapa estaba cerrada y el candado puesto.” Otros compañeros
han visto una nena rubia en los juegos de botes varias veces; una nena rubia
que nunca apareció. “La vuelta por el parque a veces era a las 3 de la mañana,
y recorrer esa inmensidad de noche, era hacerlo corriendo y todos juntos.” Nos
cuentan los empleados.
Hablan del inmenso parque, un parque actualmente muy abandonado. Sólo un espacio verde, abierto a la comunidad, con
fines recreativos. Realizan en él algunos talleres de pintura, de música y
juegos para los niños más pequeños. Pero se ve el abandono en el resto, que
está ocupado por juegos desmantelados, juegos intactos que nunca funcionaron y
juegos con riesgo a caerse. Pero las colonias saben aprovecharlo: la montaña
rusa de agua, actualmente es una pileta que en verano es el escape ideal para que
los niños tengan donde refrescarse y posean un gran parque para jugar.
Mucho pasto y árboles acompañan la
zona. En contraste con este escenario, se observan muchos espacios verdes: el
parque Roca, que es una de las más grandes atracciones, gracias al estadio
donde Argentina disputa sus encuentros de Copa Davis y también a la posible
presencia del Rock in Río que se cancelo para este año y se postergó, tal vez para
el 2014; el Parque Sur que tiene las piletas y es el segundo parque más
visitado en época de verano, por debajo del Parque Norte; el Parque de las Victorias
y el Indo Americano que tienen concurrencia diaria debido a su gran espacio,
sus canchas de fútbol, plazas, árboles y la cercanía a las casas de los usuarios.
Además de ser un lugar de reunión y salida por la tarde, los fines de semana.
“Somos el pulmón de la Capital Federal”
confiesa Néstor, vecino de la zona.
Pero el Parque de la Ciudad sólo funciona hasta
las seis de la tarde todos los días, para las colonias o pedidos especiales,
pero no para el público en general. La norma que rige dentro del parque, es la
prohibición de sacar fotos, a pesar de que hace varios años que esté cerrado.
Las avenidas que lo rodean poseen,
aproximadamente, un kilómetro de largo entre una y la otra. Desde afuera, se pueden
observar, escombros amontonados, chatarra, depósitos viejos, oxidados;
pastizales inmensos, que no permiten ver mas allá de ellos. Dentro de los
galpones, se guardan restos de juegos, como góndolas, o trozos de montañas
rusas que nunca se han utilizado.
El gobierno aún no sabe qué hacer
con este espacio verde semivacío. Un funcionario del Frente para la Victoria afirma que “se
va a tratar de hacer un auditorio. Sería para toda clase de conferencias, pero
que no se deberían sacar los juegos. La extensión del terreno es amplia”.
Todo son suposiciones, nadie quiere
afirmar nada. Nadie puede afirmar nada: son sólo propuestas, aún no hay nada
definido. Siempre la misma respuesta.
Carlos Elías, quien fuera el
presidente durante la época de la re-apertura en el 2006 contó: “Cuando abrimos
de nuevo, sólo se habilitaron 12 juegos para niños entre 8 y 12 años. Sin
embargo ese día concurrieron 20.000 personas. El Juez Gallardo después lo cerró
por la muerte de un trabajador. Actualmente, la Torre tiene un proyecto de
mirador, pero después nada más. El parque esta sólo para ir ‘de paseo’ “.
La gente del barrio quiere volver a
ver ese parque que los alegró y que ahora recuerdan con nostalgia. Sus
vivencias, anécdotas, aventuras, que lamentan no repetir y disfrutar con sus
hijos y sus nietos. La añoranza de un teleférico - que recorría el parque de
punta a punta-; de la inmensa fuente con
aguas danzantes de colores – evento único en Buenos Aires en esas épocas-,
de las montañas rusas, de las hermosas noches de verano con interminables recitales…
Ex empleados lo recuerdan con pena.
Rememoran esas viejas épocas de un grupo unido que aún quiere que el parque
vuelva a ser lo que era entre los años 1985 y 1994. “Yo volvería. Si lo abren
ahora yo volvería, con la edad que tengo y todo” afirma muy convencida Laura.
“Pero no te quepa duda que vuelvo, fue el mejor trabajo de mi vida, amaba a
esos pibes” re afirma Eduardo, vecino de Soldati, que trabajó muchos años
cuidando juegos.
El parque no conoce destino, la
gente trabaja en oficinas sin saber a dónde los lleva el futuro. El gobierno
pone trabas, tiene dudas, pero no otorga soluciones. El mismo espera ser
abierto; la Torre Espacial
poder ser usada; los vecinos volver a compartir en ese lugar y los ex empleados
volver a trabajar.
Mientras tanto el parque espera una decisión,
para dejar de ser el Parque del Abandono.
Sebastián Mancuso